En primer lugar, me gustaría comenzar esta reflexión diciendo que en el Grado de Maestro de Educación Primaria son múltiples las asignaturas que, de un modo u otro, introducen aspectos teóricos acerca de cómo aprende el ser humano. También se estudia la teoría de cómo las diferentes etapas del desarrollo humano influyen sobre qué se puede aprender en cada momento. Por otro lado, también recibimos formación para conocer los trastornos del aprendizaje, instruyéndonos de forma teórica sobre cómo identificarlos e incluso tratarlos mediante diversas técnicas pedagógicas, apoyadas en estudios científicos.
Han sido múltiples las veces en estos dos cursos académicos del Grado en que algunos de los docentes nos han comentado que está demostrado que todo el mundo tiende a enseñar del mismo modo en que le enseñaron y, hasta hace poco, cada vez que algún profesor o profesora han hecho referencia a esto, yo escuchaba, pero no oía el mensaje real de lo que estaban intentando transmitir. Empecé a asimilar ese mensaje gracias a Jesús G. Monroy casi sin ser consciente de ello, y esto me ha hecho comprender que, aunque actualmente contamos con múltiples recursos y gran cantidad de ellos muy sofisticados, seguimos utilizándolos del mismo modo en que se ha usado siempre el libro de texto. También me ha hecho ver que tendemos a dar todo hecho a los niños y niñas, para que simplemente completen, sin que tengan la necesidad de pensar o reflexionar. Jesús nos ha intentado transmitir que el modo en que estos niños y niñas aprenden es haciendo, pero no aquello que damos prácticamente completado... Tienen que enfrentarse a problemas reales, donde la solución no es única, donde tengan que reflexionar acerca de las posibles soluciones para hallar un resultado y sepan elegir la más aceduada en cada momento. Para ello, los docentes deben fomentar la autonomía, deben confiar en los alumnos y alumnas, deben dejar que se equivoquen y que por ellos mismos, o con una ayuda mínima del tutor o tutora, puedan rectificar. De este modo el aprendizaje será profundo y realmente significativo.
Para que todo esto sea posible, no solo es suficiente con establecer unas buenas propuestas educativas; si la evaluación no está orientada a los objetivos que se pretenden conseguir y estos no están del todo claros para los alumnos y alumnas, el plan diseñado no será efectivo. Jesús nos ha enseñado mucho con relación a este tema de una forma indirecta, aunque muy efectiva. Ha enseñado a través del ejemplo aplicando la rúbrica en su evaluación. De este modo ha conseguido que comprenda en qué consiste este tipo de evaluación y así comprobar la efectividad de la misma.

Para concluir, aunque esta asignatura me ha enseñado muchas más cosas, me quedo con la que creo que es más importante de todas: ha hecho que encaje todas las piezas del puzle teórico, me ha ayudado a empezar a comprender cómo se ha de enseñar a la sociedad del siglo XXI. Ahora el continuar hacia este sentido está en mi mano...
Por cierto, se me olvidaba....
Educación y Sociedad... como si no fuera lo mismo... Es una gran idea, y éste artículo en concreto da mucha información sobre nuevas formas de enseñar
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