lunes, 16 de abril de 2012

Quiero que sea lunes

En esta entrada me hago eco del artículo publicado por Miguel Ángel Santos Guerra titulado como este post “Quiero que sea lunes”. 

Miguel Ángel nos cuenta la historia de una madre que hace un año estaba preocupada porque su hijo quería “ser viejo” para no tener que ir a la escuela y cómo un año después la actitud del pequeño ha cambiado por completo. 


Según narra Miguel Ángel en el artículo, hace un año la madre del niño le contaba como éste había perdido las ganas de aprender, de superarse y su autoestima iba día a día en declive. Preocupados por la situación, sus padres intentaron hablar con la maestra del niño, pero la comunicación no era fluida, hasta el punto de llegar a tal malestar que los padres se turnaban para ir a recoger las notas del niño. 
El cambio de actitud del pequeño se produjo al cambiarle de centro. Esta decisión no fue fácil para sus padres. Buscaron un colegio que se adaptase a la forma en que ellos entendían la educación. 
Hoy, el niño ya “no quiere ser viejo”, quiere ir al cole. Para llegar a este punto, tanto los padres como los maestros han tenido que trabajar mucho. El niño cada día va creciendo y confiando en sus posibilidades.

Con relación a este caso, Miguel Ángel obtiene cinco conclusiones que a continuación resumo:
- Primera: el niño no era el problema, sino la escuela. 
- Segunda: el compromiso de la familia es muy importante en el proceso de aprendizaje.
- Tercera: la confirmación de que muchos problemas tienen solución cuando las partes implicadas deciden trabajar hacia el mismo sentido.
- Cuarta: nunca hay que desesperar.
- Quinta: la importancia de los docentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje; ante una misma legislación, misma administración, mismos sueldos y parecidas condiciones, unos colegios pueden ser desalentadores y otros ser lugares cargados de esperanza.

La verdad es que este caso me resulta muy familiar. Por desgracia, mi hija mayor ha tenido algún problema con su tutora en la escuela y, al intentar hablar con ella no ha accedido. Por suerte, las cosas se han solucionado sin necesidad de tener que cambiar a mi hija de centro, con lo que ello supone. Por este motivo, puedo afirmar que en mi caso casi todas las conclusiones a las que llega Miguel Ángel se cumplen a la perfección. 
En principio parecía que mi hija tenía problemas, constantemente estaba poniendo excusas para salir en mitad de la jornada del colegio, parecía que la niña quería llamar la atención por algún motivo; aunque finalmente se comprobó que los problemas no estaban en la niña sino en el colegio. 
Por otro lado, los problemas se solucionaron porque yo estuve pendiente de mi hija. La 
observé bien, comprobando que los motivos por los que tenía que ir a recogerla del colegio eran excusas y teniendo paciencia para que mi hija me contase lo que estaba sucediendo. 
Que mi hija fuese sincera conmigo no fue instantáneo. Los niños y niñas tienden a ocultar los motivos reales porque creen que ellos son los culpables y que nadie les puede ayudar e incluso que se les va a castigar. Hay que tener muchísima paciencia e intentar ponerse en el lugar de ellos, pero sobre todo escucharles mucho.
También confirmo que no lleva a ningún sitio la desesperación, las soluciones llegan pero no son instantáneas, requieren de tiempo. Sí que es cierto que cuando le está sucediendo algo así a una hija tuya parece que la solución no va a llegar nunca; pero, como ya he dicho antes, hay que tener paciencia, cada proceso lleva su tiempo. 
Por último, puedo afirmar que los docentes tienen mucho que ver en la actitud que muestren los niños y niñas en el colegio. También mi experiencia confirma que, teniendo dos hijas en el mismo centro solamente ha tenido problemas una de ellas, la mayor. La más pequeña está encantada e incluso estando enferma no quiere perderse un día de cole.

Creo que es importante contar las experiencias personales para que otra gente que se encuentre en situaciones similares pueda ver una salida, cuando uno está metido en el problema parece que está solo y si encuentra a alguien que comparta experiencias similares que han tenido solución, parece que el problema es menor. Por esto, me ha gustado mucho el artículo de Miguel  Ángel Santos Guerra, creo que puede ayudar a mucha gente.

Por otro lado, este artículo también me ha hecho reflexionar sobre la importancia de que en las Facultades de Educación se hable de estos temas con el alumnado. Creo que es necesario imprimir en los estudiantes la idea de que la profesión de docente es muy importante, que la materia prima con la que trabajan son personas que se están formando y que cualquier experiencia que tengan, tanto buena como mala, les marcará para toda la vida. También considero necesario que se les hable de la importancia de las familias, todos los docentes deberían tener en cuenta que trabajan con niños y niñas que lo son todo para sus familiares (por suerte, en la gran mayoría de las ocasiones) y que hay que comprenderles y atender las demandas de estos. De esta forma, quizás se tenga un punto de vista global que haga que los futuros docentes sean mejores en su trabajo y que casos como los del niño del artículo o mi propia hija no se den en el futuro. Que todos los niños y niñas quieran que sea lunes.


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